lunes, 14 de octubre de 2013

Fútbol: Analgésico mundial.

 
Muy elocuente y destacado que la Selección Nacional dirigida por el Profesor Pékerman (recién nacionalizado compatriota), el pasado viernes 11 de octubre de 2013 halla finalmente clasificado y de nuevo se encuentre (por 5a. vez) en un mundial. Escépticamente comentando, en el mundial de 1998, consideré que iba a pasar mucho tiempo para volver a ver a una selección Colombia en un mundial.
En realidad así fue, puesto que 16 años siempre es bastante. ¡Felicitaciones! a estos jóvenes que alivian el dolor de nuestro pueblo ante tanta problemática social, política, económica, histórica e ideológica. Me uno a la alegría de todos por lograr este triunfo que a la postre le da una buena imagen a nuestro país como también le abre más las puertas a los jóvenes deportistas practicantes de este deporte para mejorar su nivel económico de vida siendo también como este año lo han sido Mariana Pajón, Catherine Ibargüen, Nairo Quintana y todos los deportistas que contribuyen con ejemplo para la niñez y adolescencia.
Para cualquier humano lógico y sensato, no puede pasar desapercibido que el fútbol a pesar de ser utilizado como un distractor por las clases dominantes para fanatizar al pueblo y desviarlo de los problemas más cruciales, sigue y continuará por mucho tiempo siendo su analgésico preferido como la aspirina que le ayuda a calmar sus dolores y males cotidianos. Es algo que ha ido de la mano de las generaciones de esta última centuria de nuestra actualidad.
Igualmente, es importante que por encima de cualquier fanatismo, cualquier camiseta o cualquier bandera, se valore la vida. En ello se debe contribuir en el seno familiar para alejar cualquier síntoma de agresividad en la niñez por pertenecer a algún equipo. Se debe aprender a perder y también aprender a ganar en humildad, con sencillez, con valores y ante todo con respeto. Que las celebraciones sean mesuradas y ayuden a la solidaridad, a la unión y al emprendimiento mas no a la discordia. Tener en cuenta que todo extremo es dañino y nocivo.
Para lograr una paz duradera no sólo se requiere acertar en adecuadas políticas sociales, económicas y políticas, sino incentivando las buenas obras que como la ciencia, el arte y el deporte enriquecen la práctica del ser humano.



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